lunes, abril 14, 2014

UNA CIERTA OSCURIDAD EMOCIONAL - Entrevista con MIRAFLORES (III de IV)


© www.migueljimenez.com / www.maasaimagazine.com


(Tercera parte de la entrevista de Luis Boullosa con Emilio Rodríguez Cascajosa, de MIRAFLORES. Hoy, las letras y su improvisación, influencias, proceso de grabación de un disco independiente de verdad y una epifanía de bajo coste cortesía de Robert Smith)

KAPUT- Me decías que las letras no son excesivamente importantes para ti, aunque sí lo es la sensación transmitida por todo el conjunto (lo cual incluye la voz). Desarrolla un poco esto, por favor.

Emilio R. Cascajosa- Las letras no han sido importantes hasta ahora en Miraflores porque no he tenido la paciencia como para trabajarlas. Cuando empezamos a chupar local de ensayo las improvisaba, limitándome a generar juegos vocales como si de otro instrumento se tratara. Curiosamente, me he pasado un tiempo tocando en directo improvisando las estrofas. Cuando nos dimos de bruces con la grabación del disco tuve que optar por la economía de guerrilla y hacer unas letras en inglés en una sola noche. No es valiente cantar en inglés cuando no es tu idioma materno, pero las estructuras de las canciones ya no admitían el castellano. Me limité a generar imágenes abstractas a través de versos que fui improvisando, y curiosamente muchas de ellas han quedado hasta bien. En ‘Brand New Tornado’ me inspiré en Captain Beefheart y tomé prestadas algunas estrofas de ‘Sure Nuff' 'N' Yes, I Do’, por ejemplo. En otras adapté una serie de tópicos del rock (siempre quise soltar un "alright" o un "common"), mezclándolos con ideas inspiradas en libros y películas. Puede que la más personal sea la de ‘Bad Vibes’, que rescata algunas anécdotas desagradables del pasado de una manera muy dramática. O ‘Numbers’, que es una canción de amor inspirada en la mujer que quiero.

Escribir canciones es una disciplina compleja, porque en el proceso entran a formar parte aspectos que no tienen nada que ver con la literatura. Me apasionan grandes compositores como Dylan o Lou Reed, pero por ahora no he tenido ni el tiempo ni la paciencia como para sentarme a componer letras de canciones de una manera integral. Curiosamente, hay temas que funcionan mejor en mi cabeza cuando no sé lo que están diciendo. Otras mejoran una vez has traducido la letra. Pero hay muchas que se desinflan cuando descubres el sentido real. Por ejemplo, ¿merece la pena darle valor a las letras de Ramones por mucho que ejemplificaran un estilo de vida? La fuerza de Ramones está en su ímpetu, en el sonido, en la urgencia y la simpleza, no en la palabra. Te pongo un ejemplo: actualmente el único disco de The Cure que soy capaz de tragarme al completo es ‘Three Imaginary Boys’. La canción que lo abre, 1’0:15 Saturday Night’, es un tema que me fascina desde siempre, por su manera de fluir, por las subidas y bajadas. Siempre he pensado que tiene un movimiento acuático, como de marea que va y viene. Cuando me dio por analizar la letra descubrí que en una estrofa que se repite varias veces Robert Smith dice: "And the tap drips/ Drip drip drip drip drip drip drip drip". Me quedé pillado con esa imagen, porque la forma de cantar se asemeja con una gota que cae. En este caso, la experiencia de la canción se magnificó y adoptó otra dimensión en mi forma de aprehenderla como oyente.

La relación entre la letra y la música la establece el compositor, pero luego es el oyente el que otorga significados a ese todo. En mi caso, me limito a expresar las cosas a través de las inflexiones vocales, el tono, la intensidad y los silencios. Probablemente haya gente a la que le lleguen mis intenciones sin que tener que traducir lo que estoy contando. Puede que la experiencia me haga cambiar la dinámica de trabajo, sería lo lógico. O puede que no, porque en casos como The Fall, bastan dos frases repetidas hasta la saciedad para que acabes embaucado por la canción. Jim Morrison siempre ha sido un autor reivindicado y en numerosas ocasiones se limitaba a replicar frases en forma de mantras. Te aseguro que si tradujera muchas de las letras de Einstürzende Neubauten acabaría renegando de algunos de sus discos por pedantes.

KAPUT- ¿Qué tipo de cosas intentáis expresar con la banda? El Rock&Roll siempre me ha parecido un medio muy útil si se quiere jugar inteligentemente con los clichés. También muy peligroso, porque al trabajar todo el tiempo con clichés e iconos, si no se es listo se cae en el topicazo a la mínima…

Emilio R. Cascajosa- En Miraflores nos limitamos a hacer lo que nos gusta, sin recapacitar en si estamos tirando de clichés consabidos. Está claro que hay unos códigos que se repiten hasta la saciedad. En nuestra música puedes encontrar riffs que podrían formar parte de cualquier disco de Led Zeppelin o los Stones, ritmos que te harían pensar en The Sound o arreglos que no rechinarían en un disco de Psychic TV, y no pasa nada. No creo que tengamos que pararnos a pensar en si estamos tirando de un libro de estilo concreto, porque entonces dejaríamos de actuar de forma natural. Tan peligroso es tirarte de cabeza a calcar guiños como obsesionarte en evitar todo parecido razonable. En ‘The Endless Night’ hacemos nuestro pequeño homenaje a Kim Salmon calcando al final un punteo del ‘Swampland’ de The Scientists.

No nos da miedo enseñar las costuras, porque al final no perseguimos sonar como nadie, aunque sonemos a muchas cosas a la vez. No pienso que seamos más o menos originales que otros músicos, nos limitamos a disfrutar de la composición y del directo. Y nos divertimos etiquetando a nuestras canciones antes de ponerles título usando expresiones como “el tema Stereolab” o “la canción a lo Pissed Jeans”. La gente de Tom Cary me dijo en una ocasión que sonamos como una variante contundente de The Birthday Party. Curiosamente, soy el único fan irreductible de Nick Cave dentro del grupo. ¿Copiamos a los australianos? Lo dudo, es algo que sale de manera natural. ¿Tenemos referencias que nos inspiran? Indudablemente. Lo único que intentamos expresar es nuestra forma de interpretar la historia del rock, con las limitaciones y las virtudes que arrastramos cada uno.

© www.migueljimenez.com / www.maasaimagazine.com


KAPUT- ¿Cuál es la mejor manera de escuchar vuestra música? ¿Crees que el volumen es importante?

Emilio R. Cascajosa- ¿Te indicaría algo el hecho de que me diagnosticaron recientemente una lesión en el oído debido al exceso de ruido? El volumen siempre es importante. Pero no de una forma desmedida que te impida captar los matices. Miraflores hace música para escuchar al máximo volumen. Lo que para algunos puede parecer un recurso para epatar de forma gratuita, para nosotros es la única forma de sentir lo que hacemos. Sin masa sonora dándote bocados en el cuerpo no nos sentimos en nuestra salsa. Ese es un problema que arrastramos en ocasiones, ya que nos han propuesto tocar en salas donde hay limitación de ruido y hemos tenido que declinar las ofertas. Últimamente estamos componiendo temas más melódicos donde caben más arreglos de teclados e incluso, quién sabe, guitarras acústicas. El disco está a punto de salir con Happy Place Records (Pájaro, Pelo Mono, Surrounders, John Fitzgerald) y ya estamos ideando su continuación. En esta dinámica de superación, es inevitable que encarriles nuevas vías donde comenzar a probar cosas que a priori no imaginabas que te interesarían. Obviamente, seguimos manteniendo la fiera dentro, no creo que se domestique fácilmente porque albergamos mucha mala leche. No están las cosas para tirar cohetes, al menos para ninguno de los cinco.

KAPUT- Siempre me ha parecido difícil grabar con poco dinero en España y que suenen las cosas como se quiere. Quizá por la falta de productores/ingenieros que manejen coordenadas similares a las propias. ¿Ha mejorado eso? Cuéntanos como habéis grabado y el porqué de cada una de las decisiones al respecto…

Emilio R. Cascajosa- Creo que es fácil grabar un disco interesante con una inversión ajustada. Hay buenos productores e ingenieros trabajando en nuestro país. Santi García no tiene nada que desmerecer a Steve Albini y Carlos Hernández también es un nombre a destacar. Concretamente en Andalucía encontrarías a bastante gente competente y creativa. En Málaga, Maxi de The Hollers cuenta con estudio donde abunda tanto el material analógico como la bilis reconcentrada. Por allí ha pasado en numerosas ocasiones el mismo Mike Mariconda. Paco Loco es un referente, y un personaje. Fernando Zambruno, Jordi Gil y Paco Lamato de Happyplace están haciendo un gran trabajo desde Sevilla.

Lo curioso es que hoy día puedes grabar un disco con un buen micro y un ordenador. Y aunque la última década haya sido una explosión para el fenómeno home studio, los músicos siguen buscando un toque profesional para sus canciones. Aunque pocos grupos pueden costearse pagar un equipo de profesionales y alquilar a la vez un estudio. La diferencia es que ahora, como sucede en otras profesiones relacionadas con la tecnología, las figuras del productor, el ingeniero y el arreglista se han diluido. La lógica económica y la crisis han obligado a los profesionales a hacerse más versátiles y a enfocar en una única persona todas esas labores que anteriormente estaban adjudicadas a distintos especialistas. Eso abarata costes y disminuye tiempo de grabación, pero no tendría que afectar necesariamente al resultado.

Obviamente, no te estoy hablando de hacer un disco para Julio Iglesias. Nosotros decidimos grabar con Raúl Pérez porque Javi ya había hecho cosas con él en La Mina. Al margen de su currículum, donde cabe igualmente Pony Bravo, Gaf, El niño de Elche, Orthodox o Maika Makovski, Raúl posee una extraña sensibilidad que al principio me costó entender. Su timidez contrasta con su capacidad para captar exactamente el sonido que persigues. Es capaz de lanzarte referencias que tienes en la cabeza en un abrir y cerrar de ojos. Si te dice, “ok, queréis un rollo a lo Black Angels” o “me gustaría que este sinte sonara muy Grinderman” o “aquí veo un rollo Suicide que deberíamos reforzar” o “este grito a lo P.I.L. ha quedado bien”, sabes que está captando tus referentes al vuelo. Marina Gallardo me habló en su momento de lo especial que puede ser trabajar con Raúl. Si te soy sincero, al principio no estaba contento con el resultado. Pero han sido las continuas escuchas del disco las que me han dado una lección de humildad.

La gente suele decir que las canciones que hemos grabado no hacen justicia a nuestro directo, pero es que no somos la misma banda en estudio que sobre un escenario. Es un tema de ejecución, no de grabación. Y el disco suena realmente contundente. Vale, es menos sucio de lo que mi entrepierna habría deseado, pero desde luego que la labor de Raúl ha sido encomiable y ha logrado sacar un sonido que nos pertenecerá mientras el disco pase de unas manos a otras. Ha logrado que algunos borradores que teníamos atados con pinzas acabaran tomando forma de una manera apabullante. Y ha logrado que las baterías suenen realmente acojonantes. Curiosamente, cuando nos disponíamos a mandar la mezcla final a Kramer (Bongwater) para que la masterizara, Raúl se sacó de la manga una nueva mezcla que había estado probando en sus ratos libres, logrando un sonido mucho más arrollador. Es muy cómoda la estancia en La Mina; como estar en casa, tocando al calor de la chimenea o escapándote entre los árboles para fumarte un pitillo. Tiene una consola Raindirk Series III de los setenta donde grabaron algunas sesiones The Who, The Buzzcocks o Hawkwind. Quizás te suene demasiado mitómano, pero te genera una cierta satisfacción saber que un objeto ha podido pasar por tantos avatares. Y ver a Raúl pasearse por ahí con su camiseta de Modern Lovers y esa sonrisa constante es casi terapéutico.

Por otro lado, aunque en principio no lo tuve claro, la decisión de encargarle la masterización de los once temas a Kramer fue una decisión de lo más acertada. Javi estuvo empeñado en ello desde el principio, porque ya había contado con él cuando tocaba en Salieri. Soy muy fan de Shockabilly y me gustan muchas de las grabaciones que el tío realizó para Half Japanesse, Will Oldham o King Missile, pero eso de enviar a otro país las pistas para que te cobren una pasta sin estar tú presente siempre me ha sonado un poco a engaño. Pero el resultado desmontó todas mis suspicacias. Obviamente, si hubiésemos esperado más tiempo para entrar en el estudio, ahora tendríamos otro tipo de disco entre manos. Pero me temo que ese es un mal endémico en todas las bandas que conozco. Pronto volveremos a grabar, lo tenemos decidido, porque las nuevas canciones nos queman en el local de ensayo pidiendo adoptar una forma definitiva. Somos muy freaks de local, casi todas las canciones nacen de un riff que trae Javi y se van montando de manera intuitiva durante los ensayos. Nuestra dinámica es la improvisación como motor para alcanzar una concreción que luego ajustamos poco a poco.

KAPUT- Hacéis algo muy bien que me parece muy complejo: mantenéis ese sentido circular, de repetición, que tienen muchas de esas bandas citadas, y al mismo tiempo, vais al meollo, en ningún momento las canciones dan la impresión de alargarse innecesariamente. No sé si es muy consciente pero a ese nivel el disco está casi perfecto. No pierde el pop, no pierde el Rock&Roll y mantiene la densidad sin aburrir…

Emilio R. Cascajosa- Si te soy sincero, a veces siento que traicionamos la esencia de algunas de las canciones. Nuestros mejores ensayos son aquellos en los que un tema adquiere viva propia y se estira hasta que muere por sí mismo. Tenemos temas como ‘Drowning By Stars’ que inicialmente eran mucho más largos de lo que se grabó en el estudio. Decidimos cercenar la naturaleza de algunas canciones con tal de no aburrir al personal. No somos una banda experimental aunque rocemos algunas veces ese concepto de laboratorio, pero en el fondo buscamos el patrón del rock & roll, su inmediatez. Es cierto que mantenemos ese sentido circular. No sé si se debe a la falta de pericia que manifestamos algunos de nosotros cuando empezamos en la banda o a nuestra fijación por la psicodelia más minimalista. Me gusta el sentido tántrico de gente como Loop o Dead Skeletons. La repetición es una manera de generar sensaciones, pero hay que saber contenerse, porque al final es cuestión de feeling.

Curiosamente, tocamos hace meses cerrando el festival Monkey Week a las 4 de la madrugada ante un buen puñado de orcos colgados con todo tipo de sustancias. Fue uno de nuestros peores bolos, pero la extraña alevosía nocturna que se respiraba en la sala nos empujó a realizar un show mucho menos certero y más psicodélico de lo habitual. Entonces, la repetición adoptó una nueva forma, más líquida, como de hipodérmica a punto de derramarse. En otras ocasiones hemos tocado de una forma más arrebatada, más punk. Todo eso está ahí, dentro del mismo saco: el minimalismo, la agresividad, la melodía pop, la violencia de la experiencia física y lo etéreo de algunos detalles. Dependiendo del momento, el barco toma unos derroteros u otros. Pero estoy de acuerdo con el hecho de que, milagrosamente, hemos conseguido medir las dosis como para llegar a concretar un puñado de canciones que no acaben indigestándose; aunque los ingredientes a priori pudieran resultar difíciles de tragar.

(CONTINUARÁ...)

No hay comentarios: