viernes, abril 29, 2011

APUNTES DE MEDIA TARDE

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(Transcrito de mi cuaderno en crudo, sin cambios. Escrito sobre las cinco de la tarde en mi salón vacío en el barrio de Maravillas, mientras mi compañero de piso dormía. Las negritas son palabras o frases subrayadas en el original)

Dias superpuestos. No me extraña que la gente se suicide. Aquí más. Cuánto más tiempo tengas para pensar en el absurdo, más fácil es. Por lógica, el mayor número de suicidas debería localizarse entre los varones blancos educados. Por supuesto, yo carezco de la pulsión, pero la evolución es una característica humana. Sí cambiamos -digan lo que digan-, y a menudo ese cambio es una carretera de dos vías. Una de ellas es la del progresivo embrutecimiento, la otra la de la progresiva lucidez, y ambas se enredan como serpientes hasta que a menudo parecen sólo una y son definidas como una sola en frases equívocas como la de Blake: "El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría".

Me gusta la figura del santón ermitaño que se retira del mundo. Lo veo, al cabo, como alguien que no sabe qué debe hacer pero sí sabe una parte de lo que no debe hacer. Y actúa. Nosotros, como él, sabemos una parte de lo que no debemos hacer, pero no actuamos. Nos limitamos a contarlo, hasta que a menudo nuestra obra termina convertida en algo similar a una larga cadena de quejas. ¿Sirven de algo? Quizá sí, quizá refuercen la posición de ese bloque de inoperante disidencia al que pertenecemos. Pero poco más. Somos de inmediato fagocitados por un sistema quen tiene para nosotros un nicho perfectamente definido -a veces hasta nos pagan- y una clara función asociada que es la misma de aquel falso grupo terrorista de la película Brazil: prevenir un estallido más grave de otros descontentos. Crear la ilusión de que existe una vía alternativa dentro de la vía general. Somos, pues, en un sarcasmo cruel, sujetos activos de la represión.

La disidencia debe ser operativa, no opinativa. La idea debe llevar a la acción y a la respuesta. La inacción, en algunos casos, puede ser una acción y una respuesta.

El ermitaño responde.

El terrorista también, siempre que su actividad no atienda a intenciones previamente envenenadas. Siempre que su única intención sea acercarse a la tábula rasa.

No se si el artista responde, puede que en algunos casos, los más radicales, sí. Parte de una cobardía o una incapacidad intrínseca, pero quizá puede redimirse mediante el sacrificio y la dedicación, en un camino de perfección en el que va incluyendo en sí mismo a las dos figuras modelo: el terrorista y el santón, el ermitaño y el destructor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Pulsión? No, es un coctel mucho más sencillo, y sin género:
- 5 minutos de desesperanza.
- 2 de egoismo absoluto.
- 3 cajas de lorazepan o derivados.
- Y muchas ganas de dormir, y dormir y dormir.

Cowboy Iscariot dijo...

Pues no tengo todo eso, que es lo que yo llamo pulsión. Bueno, quizá se lo llamo sólo a esos dos segundos de egoismo, que no se si es egoismo. Irte de una fiesta a la que te han obligado a asistir siempre es lícito.
Por lo demás, para desgracia de muchos, estoy vivo, coleando y con ganas de guerra. espero que mr./miss Anónimo también...

Anónimo dijo...

¿Vivo y coleando o con ganas de guerra?

Cowboy Iscariot dijo...

Ambas cosas. Como de costumbre...