jueves, febrero 17, 2011

Más allá del telefilme de sobremesa



"¿Qué diría el Walt Kowalski de 'Gran Torino' sobre una película tan floja y pasiva? 'Largo de mi pantalla'"

Kyle Smith, en su reseña en el New York Post

Si, esas cosas intragables sobre alcoholismos adolescentes, maltrato familiar, enfermedades infantiles, divorcios, drogas descarriantes y experiencias paranormales al borde de la fe. Sí, esos cacharros de todo a cien grabados con el mismo mimo con el que se hacen los donuts y en los cuales a veces (por suerte para el espectador y desgracia para él) sale James Woods, como un Lawrence Olivier que brotara de pronto en la basura. Sí, los telefilmes (ahora TV Movies, supongo): mascotas muertas, crisis de identidad, robo de niños en Irán, sexo prohibido no explícito, miedo a internet, cápsulas de opio barato, en fin, en el centro del cinturón de asteroides y basura moral que rodea a occidente, en el dudoso caso de que nosotros lo seamos todavía. Pues es sencillo: El más sonrojante de esos telefilmes es diez veces mejor que este “Más allá de la vida” con el que el hijo de puta de Clint Eastwood acaba de estafar a cualquiera que pague la entrada por verlo. De paso, por lo que a mi respecta, ha tirado por la borda un prestigio brillantemente ganado durante décadas de curro. Me costará volver a confiar en él (así es el ser humano), pese a que entre mis momentos esenciales del cine de todos los tiempos esté la enraizada agriedad existencial de “Sin Perdón”, la barrial y shakespeariana azada de “Mistic River” -con su heladora escena de cierre, tan moralmente ambigüa, tan reaccionaria, tan real-, o el polvoriento tufo a spaguetti rebajado con sangre de la casi olvidada “The Outlaw Josey Wales" (El fuera de la ley).

Pero es que ha sido demasiado. Mi acompañante (no había nadie más en la sala, suerte para ellos) lo definió mejor que yo, de la única manera posible, en realidad, cuando te toca sufrir algo así: “Vaya puta mierda de película” . Tan mala, de hecho, que provoca en uno esa extraña ansia de rebuscar, después, para conseguir encontrar algo salvable que llevarse a la boca, perplejo aún por tal exhibición de ineptitud. Pero era inútil. Y ahora es demasiado tedioso revivir de nuevo las más de dos horas de tópicazo en canal, rememorar su falta de coherencia, su descoordinada f(r)actura, sus diálogos de tres al cuarto, su nula profundidad psicológica o argumental, su infame refrito de lugares comunes esparcidos sin ton ni son (para desgracia, también, de ese gran actor en que se ha convertido Matt Damon)... Su incapacidad, en fin, para la síntesis, de manos de un guión catastrófico, indigno de un profesional como Peter Morgan. Por lo que a mi respecta, ostenta "Más allá...", a partir de hoy, el dudoso honor de ser la peor película que he visto jamás en cine, superando a aquella fantochada de Kistch afrancesado y mirón que fue "Soñadores" de Bertolucci ("Belleza Robada" me la trague en la tele, fascinado hasta la carcajada por el babeo de viejo verde de alguien que en algún momento fue capaz de rodar "El Último Tango en París" o "El Último Emperador").

Pero más fascinante aún, pienso, más sintomático de los tiempos, es la reacción crítica en España. Aún me causa pasmo (pobre de mí, alma limpia) que a casi todos los popes del asunto se les llene la boca de melaza con un timo semejante, hasta el punto de soltar cosas como "momentos de meridiana honestidad", "clásico, directo, agobiante y emocionante, lúcido y traslúcido", "técnicamente perfecta" o "Eastwood se confirma entre los grandes", entre otras con semejante efecto vomitivo para ha tenido que sufrir la experiencia. Una de tres: O han sufrido una lobotomía de la que sus jefes de redacción no se han percatado aún (no es raro, no crean), o sacan algo rico rico de todo ello o, en el peor de los escenarios, los pobres desgraciados se creen lo que dicen de verdad. El que más se aventura en las afueras del panegírico o la justificación llega a decir "irregular" (manda huevos), con la muy honrosa excepción de Nando Salvá, de Cinemanía, que apunta que "A Eastwood le fallan las fuerzas. (...) La estructura narrativa falsamente compleja no esconde la falta de miga del guión, que es esencialmente una proclamación de sonrojante proselitismo". Y que califica al engendro, acertadamente y con menos verborrea que yo, de "novela de aeropuerto disfrazada de película". Ahí le ha dado, señor Salvá. Gracias. Me agradaría conocerle alguna vez, echo de menos a gente con criterio.// LUIS BOULLOSA

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