miércoles, diciembre 08, 2010

DRIVE BY TRUCKERS – (Madrid, 24-11-10)

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Me aficioné a los Truckers en la temporada –puro western crepuscular- en la que viví en Murcia. Durante unos meses “Decoration Day” fue la banda sonora del polvoriento piso de protección oficial que me alquilaba bajo cuerda un picoleto. Hay discos para lugares y discos para situaciones y aquel, sin ser ninguna obra maestra, parecía ser perfecto para ambas cosas, entonces: para mi exilio mental, lejos de casa y amigos, y para mi ubicación en una barriada condenada a la desaparición –medio pueblo medio ya ciudad, emparedada entre limonares abandonados y urbanizaciones a medio construir-. Quizá yo mismo era un personaje de “Decoration Day”. Supongo que alguna vez lo pensé así. Me ha seguido pareciendo el mejor trabajo de los Truckers (“Dirty South” me gusta también, el resto declinan dignamente) porque caminaba en un justo punto entre lo rasposo y lo emocional que lo hacía adictivo: sin producciones excesivas, con una aspereza que ayudaba a transmitir su previsible mitología del sur bronco de una manera eficaz. Y eso es lo que la banda tiene para dar, por suerte o desgracia y por mucho que en desbocadas crónicas, a muchos se les llene la boca de comparaciones grandilocuentes: Honestidad, eficacia y algunos momentos contados de conexión emocional en los que rozan ligeramente la tripa de bandas mayores. No es poco.

Así, al menos lo demostraron en un agridulce bolo en la sala Heineken que tuvo tantas luces como sombras. En su haber queda que consiguieron que el garito sonase (y conseguir que la puta mierda de la Heineken suene -ya no bien o mal, sino que simplemente suene- es trabajo de maestros). Y queda también que su entrega es indiscutible, no ya por una cuestión de poses y arrebatos sino porque más de dos horas de show coherente y en crecimiento no están al alcance de todos. En el debe, por desgracia, el hecho de que la banda esté descompensada, cargado todo el peso sobre las tres guitarras (brillantes por momentos, con ocasionales incursiones de steel guitar) pero falta de fuste en todo lo demás, vease bajo (la ex de Isbell no da la talla en ningún momento), batería (el amiguete con pinta de roadie de Neurosis parece estar para pasar el rato) y teclista (o demasiado fumado esa noche o prescindible). Así las cosas, consiguieron sin embargo trabar un sonido denso y abigarrado, quizá una malla demasiado tupida, incluso, para aquellos a los que nos gusta que la música respire de cuando en cuando a base de silencios. “Con Isbell si lo hacían”, me dice un colega. Pero Isbell ya no está.

Todo ello desembocó en el hecho irrevocable: Faltaban canciones. Y es que, pese a quien pese, los Truckers tienen canciones buenas (bastantes) pero ninguna canción enorme, y les sobran, en cambio, un buen puñado de medianías que salvan con oficio pero que en un concierto tan largo pueden dar lugar a amplios ratos de sopor. Cuando ejecutaban sus mejores temas (Marry Me”, con la que abrieron, “Sink Hole”, “Women without whiskey”, “Where The Devil Don’t Stay” o “Lookout Mountain”) la cosa subía y la banda, jugando a favor de talento, alcanzaba una considerable presión. Cuando no lo era, todo se venía abajo, pese a la buena ejecución y a una entrega escénica que fue principalmente cosa de Hood. Les salvó una recta final en la que dejaron caer una gema de su próximo disco que presagia mejores tiempos (“Used to be a Cop”) y un “State Trooper” de cierre en el que las guitarras echaban humo y con la que saldaron sólo muy parcialmente, sus enormes deudas con Springsteen.

Una banda, en fin, tan competente como derivativa, cuya fijación con figuras demasiado grandes no hace sino dejar al descubierto sus carencias. Porque, no nos equivoquemos, no es que Hood y Cooley no sean The Band, Crazy Horse (aunque toquen mejor) o la Creedence. No es que sus composiciones no le lleguen al tacón de la bota a las de Young, Dylan o el citado Springsteen: es que incluso Steve Wynn, Jayhawks o Giant Sand, por citar a tres que se me ocurren sobre la marcha, les quedan aún muchas millas por delante. Honestos, sí. Cumplidores, sí. Queribles. Respetables. Pero de genio, mejor ni hablar. //GATO PALUG

Esta reseña fue escrita originalmente para la web musical RATED MUZIK, que recomendamos vivamente a todos nuestros inexistentes lectores y berserkers.

Used to Be a Cop - Go-Go Boots - Drive-By Truckers from Drive-By Truckers on Vimeo.

3 comentarios:

Santi Carneri dijo...

mdrfckr!!! buen post! jaja
¿como lo lleva Mr. Bou!??
Si andas libre, dime cuando puedes tomarte un algo por ahi.
Un abrazo

la louchette dijo...

me di un paseo por aquí. tu espacio dispara notas, suena, mola. Nos vemos de resaca en el tercer y lo comentamos sin que nos oiga el gin tonic.
beso!

Cowboy Iscariot dijo...

¡Que así sea! El tercer me queda siempre cerca y la resaca también.