miércoles, octubre 08, 2008

DICTATORS (Sala Heineken, Madrid. 3-9-08)


Recuerdo que la primera vez que vi a los Dictators (Madrid ‘95, creo recordar), los cinco pasaron junto a mí, en las taquillas de la sala Sol y yo pensé: ¡menudos viejos! Una impresión que el bolo inmediato hizo saltar en añicos y redujo a pulpa informe, claro. Yo tenía veinte años de impresionable fibra rebelde y Manitoba y compañía andarían recién pasados los cuarenta pero eran una apisonadora: conciertazo, tres bises y un sentido de la fiesta que siempre ha sido su baza ganadora. Trece años después a veces me da la impresión de que ahora yo soy más viejo que ellos. El público que acudió a la cita -protopadres entre los veintimuchos y los cuarentaitantos, amantes del rock de los cuatro puntos cardinales, veteranos de las guerras malasañeras y otros losers varios- tampoco parecían ser la vanguardia de la juventud. En escena, los Tators dejaron claro que superar el nivel de aquel primer encuentro ya no está a su alcance, y que las décadas de tralla hacen que pesen los pies, que los ritmos se ralenticen y que su sabrosa turmix de Rock&Roll al cuello, arrabalera chulería neoyorquina e instinto circense gane en contundencia lo que pierde en ligereza y frescura. “The Party Starts Now”, segundo tema, sonó prototípicamente lento, fofo y poco convincente, pese al generoso volumen. Por suerte tienen oficio de sobra para remontar el vuelo: canciones espléndidas en su sencillez pop y su cromado punk (¿o era al revés?), soleado instinto melódico por el lado de Andy Shernoff, guitarras en contraste de Scott Kempner y Ross The Boss (yo, particularmente, soy de Kempner y su molona efectividad roqueta; Ross me carga con sus dejes jevis), contundencia a las baterías y sentido innato del espectáculo por parte de un “Handsome Dick” Manitoba que no guarda la línea pero le pasa por la banda a Toni Soprano y Robert de Niro juntos con esa reconocible gestualidad italianesca de mafiosi de barrio. Son el orgullo (subterráneo, pese a que llenasen la Heineken, menudo nombre para una sala de Rock) de un New York, New York que, como el vocalista se encargó de dejar clarito, ya no está allí. Pero ¿qué ciudad de juventud sigue estando allí? El caso es que con esos mimbres y sin escatimar parafernalia, palmas, coros, elogios al producto nacional (“Las mujeres españolas son las mujeres más hermosas del mundo. Manitoba ha hablado”) y despistes ocasionales (al fin y al cabo son una banda de verdad), la cosa fluyó bien. Siempre se agradece escuchar temazos como “Stay With Me”, “Who Will Save Rock&Roll?”, “California Sun”, “Pussy and Money”, “Avenue A”, Two Tub Man” o la definitiva declaración de principios que es “I am Right”. Ya sabes: “puedes besarme el culo, porque... ¡Tengo razón!”. Dignos y orgullosos (aunque más bien fosilizados) paladines de una disciplina en proceso de extinción. Ya conoces su nombre. //DROP OUT

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿estos son los que hacen versiones de lso MolesTones?
Ufff sigo machacao con lo de Valencia, haz una buena crónic a de eso
Ricardo