lunes, junio 02, 2008

THE FELICE BROTHERS - "The Felice Brothers" (Loose)


Difícil papel el del segundo disco, siempre. Pero más cuando el primero ha sido algo tan grande -e inadvertido- como «Tonight at The Arizona», reseñado aquí unos meses atrás. Los hermanos de Catskill lo pasan con nota ampliando su registro en un abigarrado cajón de sastre de quince canciones celebratorias y dramáticas a un tiempo, donde el amor y la tragedia afloran con naturalidad, como si más que compuesta, su música fuese exudada, una proyección colectiva de un mundo americano y marginal, a medias imaginado y, suponemos, real en otra parte. Resulta, este un disco-río, caudaloso, con meandros, afluentes de inesperada riqueza instrumental y profundidades que no se calculan bien a primera vista. Como argamasa para aglutinar su mitologia de borracheras, tiroteos en el baile y affaires de bajos fondos se amarran de nuevo a las enseñanzas del binomio Dylan/The Band (como hicieran los Deadly Snakes en su último disco, "Porcella", otra obra maestra del género). Pero es que eso es como decir que uno está amarrado a la libertad y la aventura. Así, hijas bastardas de esa tradición pasional, errabunda donde las haya, son las mayúsculas «Frankies Gun», «Greatest Show on Earth», «Saint Stephen´s End», «Ruby Mae» y «Tip Your Way». Un suburbial pasacalles por donde bucea su vida la impagable tripulación de almas perdidas que bien podría haber imaginado el de Duluth: Helen Fry, la maestra del disfraz; Brenda «la piernas largas»; el sucio reverendo Green o Tony Mercedes, todos deambulando por el pasillo del Motel 8, donde nuestro héroe white trash espera a su amada con una pistola en los pantalones. O a lo mejor es que se alegra de verla porque, dice, «su cuerpo estaba más caliente que la noche que ardió Richmond». Sobresalientes, en todo caso, más recargados (trompetas, acordeones, harmónicas) que en su anterior paseo por la trastienda de la América deshauciada, sólo relajan el pulso en dos o tres temas en los que su peculiaridad se atenúa y que terminan por ser simplemente correctos. «¿Oiste hablar de el final de San Esteban?/¿de cómo lo lapidaron junto a la curva del río/bajo el sol de la mañana,/cuando el mundo era joven?//¿Y oiste lo del elefante/que escapó enloquecido de la carpa del circo/y mato a un grupo de diez/antes de que lo abatiesen?». Así, entre biblia apócrifa y feria de pueblo, entre el crimen terrible y la más candorosa pasión, y con generosas, imprescindibles dosis de humor y de amor por la vida, es la lírica de los Felice Brothers. Pocos dan más.// Luis Boullosa.

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